Intento hacer deporte cada día, y uno de los que más me gusta es la natación. Cabe destacar que de pequeño competía en este deporte en técnica se braza.
La natación, un deporte de riesgo
La cuestion es que veo muchísimas personas con una técnica que deja mucho que desear. Vamos que si no se ahogan es por suerte. Y la mayoría de ellos vienen obligados por los médicos que les recomiendan ir a la piscina porque es un deporte donde se trabaja todo el cuerpo sin ningún tipo de impacto brusco, y que les ayudará a mejorar.
Pero aquí yo le veo un gran error por parte de los médicos, y es el no preocuparse por la técnica que estos pacientes tienen en sus estilos varios de natación, porque hay gente tan innovadora que desarrolla nuevos estilos no oficiales (ironía pura). Se supone que un médico debe velar por la seguridad y salud de sus pacientes, y en este aspecto opino que cometen muchísimos errores. La natación es buena siempre y cuando tengas una técnica mínimamente aceptable y que no te lesione. El problema es que cuando prácticamente la natación de forma asidua y no tienes esa técnica mínima, los riesgos de lesión se multiplican de forma muy considerable. Aparecen dolores de espalda que no existian, dolor de cervicales que deriva en mareos crónicos y vértigos, posibles dolencias en articulaciones y musculares por malos movimientos, y un largo etcétera.
La gente piensa que “vah, nadar es nadar y no pasa nada”, pues no es así. Una larga exposición en el tiempo de una mala postura, mal movimiento o mala técnica, puede derivar en graves patologías, y parece ser que los médicos lo desconocen.
Aprender lo correcto en tu entorno laboral
Y cómo no, esto lo llevamos al mundo laboral, ya que en nuestros trabajos también podemos padecer este tipo de risgos.
Este tipo de enfermedades o dolencias que terminan siendo crónicas y que no son traumáticas, es decir que han aparecido a lo largo del tiempo y no de golpe, las podemos padecer hasta estando sentados en el sofá de casa. Las malas posturas y repeticiones de ciertos movimientos producen sobrecargas que derivan en dolores musculares, articulars u óseos.
La buena noticia es que tienen solución, arreglarlo antes de que ocurran. A eso se le llama prevención.
De esta forma, deberíamos concienciarnos de cuales son aquellos movimientos mecánicos y repetitivos que hacemos en nuestros trabajos, y qué malos hábitos tenemos, para así corregirlos y hacerlos de la mejor forma posible. Únicamente de esta forma podremos evitar padecer dolores innecesarios en un futuro no tan lejano.